Desde su aparición en el arte cristiano, el Apocalipsis ha sido un tema iconográfico muy representado. Estamos en el siglo IV d.C. y en la ciudad de Roma empiezan a aparecer motivos conectados a la narración apocalíptica en varias representaciones parietales. A día de hoy es posible admirar partes de estas representaciones, o verdaderos ciclos dedicados al tema apocalíptico.
Como ustedes saben, el Apocalipsis escrito por San Juan es un texto centrado en las doctrinas de las “últimas cosas”, o en los acontecimientos que afectan a la historia final de la humanidad y que culminan con el Juicio Final. Como es fácil de imaginar, con el desarrollo del Cristianismo y su afirmación como religión de estado, fue necesaria una herramienta que sirviera, por un lado para manifestar la importancia de la fe cristiana y de la función de la Iglesia, y por otro para comunicar a los fieles el mensaje de salvación en forma visual. En este caso, la liturgia fue mejor comprendida y aceptada debido a que las imágenes atraían a la atención del fiel que asistía a la celebración litúrgica.
En la ciudad eterna, si visitamos iglesias paleocristianas y altomedievales, no es raro encontrar motivos simbólicos relacionados a este texto sagrado como El Árbol de la Vida, la Jerusalén Celeste, el Libro de los Sietes Sellos o el Cordero con los cuatros vivientes. Si usted hace un recorrido por la ciudad, no se olvide de visitar los maravillosos mosaicos del ábside de Santa Constanza o los de la antigua basílica de San Pedro. Detengámonos en el arco de triunfo que precede la zona absidal en Santa María la Mayor de primera mitad del siglo V d.C., o en la Basílica de Santi Cosme y Damián, del siglo VI, donde incluso podemos admirar las representaciones de los Ángeles y veinticuatros Ancianos, o los Siete Candelabros con el Libro de los Sietes Sellos.
En estas representaciones se repiten el símbolo del siete, el número de la plenitud, de la perfección y de la totalidad de la creación. Los apasionados de simbología se quedarán encantados por los múltiples niveles de lectura y por los símbolos que enriquecen estos sitios sagrados.
Tenemos que insistir en las imágenes para comprender totalmente el valor que ellas tenían para el corazón de los fieles de la Edad Media. En la zona del ábside, donde surge el altar y donde la liturgia encuentra su plena expresión, surgían imágenes que celebraban el triunfo de la iglesia y de la presencia espiritual de Cristo como un vehículo para la salvación. Por eso las imágenes son ricas, majestuosas, y sus colores son magníficos e incluyen el oro y el azul cuando se trata de evidenciar mosaicos.
Además, en la basílica de Santa Práxedes podemos admirar Los Cuatros Seres Vivientes identificados con los cuatros evangelistas. Como ustedes saben los evangelistas Juan, Mateo, Marcos y Lucas están asociados a un símbolo particular, y en sus manos tienen un libro, el texto evangélico. Lucas es asociado al toro, Juan el Apóstol al águila, Mateo a un hombre, y Marcos al león. Incluso en Venecia, el león es un animal simbólico que se repite con frecuencia en los testimonios artísticos y culturales, debido a que la ciudad es asociada precisamente a San Marcos.
Si pensamos en la región de Lazio en su conjunto y estamos dispuestos a realizar una excursión fuera de la ciudad, un ciclo apocalíptico particularmente importante bajo el punto de vista artístico, es el que se encuentra no muy lejos de Roma, en Anagni. El ciclo de frescos que datan del siglo XII, es por tanto medieval. En cambio, en Castel Sant’Elia, cerca de Nepi, surge la iglesia de San Anastasio, siempre del siglo XII, con maravillosas representaciones del Juicio Final.